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Arboles muertos y mucha tinta

Revista ¡Alerta! N° 121

Revista ¡Alerta! N° 121

Editorial: Ercilla, Santiago de Chile, 27 de abril de ¿1937?

 

Como en todos lados, en Chile durante mucho tiempo hubo publicaciones dedicadas a publicar novelas de literatura para consumo masivo, con autores de todo tipo y factor. Esta revista fue una de ellas. Cada una traía novelas completas además de algún cuento y artículo. La calidad editorial no era nada del otro mundo, sin imágenes interiores y con una tapa que, comparado con revistas del mismo período en otros países, es de una baja calidad.

Pero por supuesto lo interesante de este número son los contenidos. Específicamente por la novela publicada en este número: La Bruja de los muñecos, traducción poco imaginativa del título original ¡Burn, witch, burn!, la novela de Abraham Merritt publicada en 1932.

Merritt, un autor poco conocido hoy día, fue durante las primeras décadas del siglo XX uno de los autores más exitosos que incursionaban en el género fantástico por esos años, siendo una suerte de puente entre los narradores de historias de fantasmas del final de la época victoriana y los narradores de la Weird Tales. Y es extraño, porque, a juzgar por esta novela, debería todavía captar lectores. Merritt tiene una prosa bastante tersa y que no parece haber envejecido con el tiempo. Y, si bien a estas alturas la historia que cuenta es un clisé (ya van a ver) hay que tener ne cuenta que EL  fue el que usó ese clisé por primera vez. O sea, todos los demás le robaron la idea. No es menor.

¿Y de qué va la novela? Pues que unas muertes misteriosas agobian al doctor de un hospital. Un joven mafioso que muere extrañamente es el primero en llamarle la atención al médico. Éste, junto al jefe del finado, un “capo mafiosi” con el que hace muy buenas migas, comienzan a ver que hay mas extrañas muertes , todas relacionadas con una extraña fabricante de muñecas. Cuando el propio capo es atacado por lo que parece ser un muñeco que se mueve con vida propia, las cosas comienzan a ir hacia terrenos muy poco científicos. En síntesis, que la señora es una bruja que crea muñecos vivientes (y que cumplen sus órdenes) a partir del uso de personas vivas. Y que , además, tiene unos poderes hipnóticos más que respetables.

Sí, señores: antes que Annabelle, Antes que Chucky, antes que el muñeco ventrílocuo malvado del episodio de la Dimensión desconocida, aquí está el origen del subgénero del “muñeco maldito”. Y, como dije, se puede leer de una manera muy divertida hoy día. Eso sí, busquen otra versión porque en la revista mutilan la novela sacándole el prólogo y el último capítulo. Un bajón. Peor no se preocupen: Valdemar tiene edición reciente de la novela y, si se atreven a la lengua de Shakespeare, se puede leer online en el Proyecto Gutenberg.

Como bonus, la revista trae una artículo sobre los tres mores de Mary Pickford (la estrella de cine mudo) y un cuento corto llamado El espiritismo en el castillo de Henry Falk (que por lo que he podido averiguar era un autor de cuentos humorísticos del período) que es básicamente un chistecito medianamente jocoso sobre las creencias espiritistas.

Definitivamente voy a tener que pillar la edición completa del libro de Merritt.

 

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